Esas feministas herejes
No. Las feministas no andamos enseñando las tetas. Pero si mis ya un poco
maltratadas por el tiempo tetas, que no han pasado por el bisturí, sirvieran para que más mujeres en el mundo pudieran ejercer su derecho al voto
y ninguna mujer tuviera que pasar por la mutilación de sus genitales… Mira, ahí
mis tetas serían muy útiles. Mientras tanto las tengo guardadas porque sería
arrogante pensar que fueran tan milagrosas. Aunque les confieso que el primer
invierno que pasé en un frío Estado del norte, prometí que cuando llegara la
primavera iba a correr desnuda por toda la avenida que estaba frente a mi
entonces vivienda. No lo hice por temor a ser arrestada. Recuerdo muy vagamente que de niña en
Puerto Rico hubo un tiempo en que la gente hacia cosas
locas saliendo desnudos a la calle y le llamaban algo así como
"estriquin". Luego salían reseñadas en la prensa amarillista. No creo que
eso se pueda hacer ahora.
El feminismo viene a salvar a los
hombres y a las mujeres del patriarcado.
Volvamos
a las feministas. Yo no sé si nací feminista o me hicieron feministas las
constantes cantaletas de que tenía que llevar una conducta apropiada, sentarme
de manera apropiada y ni hablar de lo que yo entendía que eran los privilegios que
mi hermano, cinco años mayor que yo, tenía. Ahora no sé si era porque era mayor
que yo o porque era hombre. Posiblemente una mezcla de las dos cosas o sólo la edad.
Pero para los niños y las niñas la realidad es lo que ellos y ellas entienden y
no lo que pasa a su alrededor. Rebelde pudieron llamarme. Ni hablar de los que
por envidia a mi madre me criticaban porque la ropa o los zapatos que llevaba
puestos no hacían la perfecta combinación. Y yo buscando como descombinarme más
para fastidiar a las lengüeteras más preocupadas por la ropa de una niña que por la cultura. Cuando llegué a la Universidad de Puerto Rico
y me senté en un pupitre en la clase de la profesora Norma Valle Ferrer, en una de aquellas fascinantes
aulas de la Escuela de Comunicación Pública me enteré que yo no era rebelde ni “malcriá”. Que no era que yo había nacido con mal genio o como dicen ahora los más jóvenes en Puerto Rico: "jalta de odio". Allí me enteré que yo era feminista y que
todavía me faltaba mucho por aprender y muchas ideas de las que me tenía que
liberar. Mi madre siempre me entendió desde su digno silencio. Quién sabe si preocupada por los problemas
que mis ideas podrían traerme. Me entendió y motivó mi intelecto.
Las y los feministas tenemos diferentes ideas. Tantas como diferentes personas hay en el
mundo. No. No andamos protestando y desgarrando biblias o asesinando bebés. No somos personas despiadadas sino por el contrario sensibles a lo que es la justicia. Coincidimos en abogar por los derechos humanos y buscar nuestra igualdad sin
oprimir a nadie. Al final del día los hombres son también víctimas de la
cultura patriarcal y se tienen que tragar sus frustraciones y sufrimientos en
privado porque “los hombres no lloran”. El feminismo viene a salvar a los
hombres y a las mujeres del patriarcado.
Lo
que las feministas no entendemos es por qué aunque trabajemos el doble, nos
paguen mucho menos que a un hombre, simplemente porque somos mujeres. Tampoco
que en algunas Iglesias no se nos permita hablar, predicar u ocupar posiciones
de alto liderazgo porque somos consideradas inferiores por los genitales que
nos asignó la naturaleza. Si no fuera por nuestra condición de género y el que se
nos pague menos y fuera por nuestro color de piel, a eso lo llamarían racismo. Igual sería la injusticia.
Por
otro lado, utilizan a pobres mujeres con escasa ropa y poses sensuales para
vender automóviles, entre otras cosas. No son muchos los que protestan contra
esas marcas. Y dicho sea de paso, no estoy llamando a una campaña de
odio por las redes. Que no se nos olvide que por una campaña de odio en
las redes sociales asesinaron a Alexa. No más odio cibernético. No más violencia. No
más memes sin información exacta y fuentes corroboradas. La Internet le ha dado a todos y a todas las facilidad de publicar sin conocimiento, reduciendo la información cierta o falsa a un meme. Y no critico los avances tecnológicos que han cambiado la forma en la que nos comunicamos. Entiendo tiene muchas ventajas. Pero como toda herramienta poderosa, hay que utilizarla con cuidado.
Y
pudiera seguir escribiendo de lo que somos, queremos y buscamos las feministas.
De las diferencias entre unas y otras tendencias de pensamiento, de
la historia de las mujeres, de las que sufrieron, de las que se sacrificaron,
de las que lucharon y de las que nos abrieron el camino para ser un poquito más
libres cada día. Aquí tengo que terminar porque en la Internet se escriben textos cortos para que se lean rápido. Se escribe para capturar una atención que cada
día se reduce más hasta llegar al meme. Y vale la pena decir, que me encantan
los memes. Los memes de chistes sanos, los de gatos y animalitos buenos y los de
pensamientos positivos o intelectuales. Pero los memes incitando al odio y a la muerte… Esos no.
Los memes de repudio y odio en los que se generalizan a las personas y a las
ideas, esos no deberían tener espacio en las redes sociales. Son tan peligrosos
como cualquier virus mortal. Que no se nos olvide la muerte de Alexa.
Comments
Post a Comment